Un viejecito vivía en el bosque. Se llamaba Fredik Olsson. Tenía unos noventa años y no le gustaba la gente o, al menos, eso decía. Quizás no fuera tan malo como también se decía, pero lo cierto es que prefería estar solo.
Timotea era una gata cazorleña, blanca y negra de ojos verdes y oblicuos en forma de pez. Vivía en los tejados del barrio de la Tejera. Era inocente, tierna, traviesa, graciosa, tenía mucha imaginación.
Aunque es bastante tarde, todavía hace Sol. Es verano y en el campo hace muy buen tiempo. Más tarde comenzó a llover. La lluvia caía lenta y pesadamente.